Header Ads Widget

Manglar, un ecosistema poco valorado


Constituyen uno de los hábitats más productivos de la Tierra, pues son vitales para el equilibrio.

Su biodiversidad marina hace que sean esenciales para la mitigación del cambio climático.

Los manglares son bosques capaces de tolerar agua de mar y se encuentran en buena parte de las costas tropicales y subtropicales del mundo. La Organización de las Naciones Unidas estima que cubren alrededor de 15,2 millones de hectáreas, lo que representa el 0,7 por ciento de todos los bosques tropicales del planeta.

Estos ecosistemas constituyen uno de los hábitats más productivos de la Tierra, pues son vitales para el equilibrio natural y las comunidades costeras. También ayudan estabilizar la línea costera ayudando en el control de erosión y constituye una barrera natural de amortiguamiento que protege a las costas de marejadas y vientos huracanados a manera de cortina rompe vientos.

Sobre la importancia de estos, Gustavo Castellanos, consultor de WWF Colombia en temas marino-costeros, recalca que “además de su belleza paisajística y cultural para muchas comunidades ancestrales, prestan servicios ecosistémicos importantes para el hombre que incluyen la provisión de alimentos, almacenamiento de carbono y la protección costera.”

Los manglares también son un hábitat de cría crucial para la biodiversidad marina. Cifras de la ONU exponen que alrededor de 75% de las especies de pesca comercial pasan parte de su ciclo de vida en estos ecosistemas o dependen de ellos para su alimentación. Como lo explica Juan Felipe Blanco, doctor en biología y docente universitario, “ellos como conjunto pueden albergar muchas especies y entre esas especies se encuentran camarones y moluscos de importancia comercial, de interés comercial. De esa manera, no solamente son hábitat, sino que también son el fundamento de una economía”.

Pese a la gran cantidad de bondades de los manglares, no se les reconoce el valor biológico que tienen. Prueba de ello es que entre 1980 y 2005 se han perdido 3.6 millones de hectáreas de manglar, según la organización ambiental Environmental Law Alliance Worldwide.

Bosques azules.

Un atributo esencial de los manglares es su alta capacidad para capturar carbono, siendo así aliados potenciales para la lucha contra el cambio climático. Al respecto, Mauricio Perea, ingeniero forestal del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Pacífico (CCCP), indica que “hay estudios que indican que los manglares pueden capturar hasta 5 veces más carbono que otro ecosistema boscoso, sobre todo en el suelo. y gracias a esto se ha reconocido su importancia a nivel mundial como referente en la mitigación al cambio climático”.

Por esto, a nivel mundial, entidades como la Organización Internacional de las Maderas Tropicales promueven la conservación y uso sostenible de los manglares en el trópico a través del desarrollo de políticas alineadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y al Acuerdo de París sobre el cambio climático.

Juan Felipe Blanco destaca que a partir del Acuerdo de París “se plantea que la conservación y restauración de manglares es una alternativa viable para la mitigación del cambio climático. Este es el carbono azul, que se convierte en masa vegetal de mangles y son el principal ecosistema azul de la costa”.

El mangle colombiano.

Nuestro país se ubica como el cuarto del continente con mayor extensión de estos bosques. El consultor de WWF afirma que “Colombia tiene alrededor de 10 especies de manglar, dependiendo de la clasificación. Es la diversidad más alta para el neotrópico, pero es baja si se compara con el Indo-pacifico”. Además, se trata del único manglar endémico de las Américas.

Los manglares del país tienen una extensión aproximada de 285.049 hectáreas, distribuidas en los litorales Caribe, con 90.160 hectáreas y el Pacífico con 194.880. Juan Felipe Blanco explica que los manglares difieren en su extensión entre la Costa Pacífico y la Costa Caribe “principalmente debido a las diferencias de clima. El Pacífico al ser mucho más lluvioso que el Caribe presenta unas características más favorables para que los manglares colonicen estas zonas costeras, entonces hay un mayor aporte de nutrientes y de sedimentos que los sustentan”.

Aunque los manglares han sido duramente afectados por factores como la tala indiscriminada, obras de infraestructura mal planeadas y la ampliación de la frontera urbana, en el país hay muchas zonas donde el manglar y las comunidades coexisten de forma armónica.

Acciones de conservación.

A nivel nacional se ha trabajado desde diferentes aristas la gestión y conservación de estos ecosistemas. Uno de los aspectos más relevantes ha sido la normatividad, pues como dice Mauricio Perea, “la mayoría de Corporaciones Autónomas Regionales que poseen litoral tienen estudios técnicos de zonificación y manejo ambiental de manglares. En Colombia, hay instrumentos de planificación desde las CARs que prohíben el aprovechamiento industrial del manglar porque en el Pacífico, por ejemplo, las comunidades negras e indígenas viven del recurso”.

En este sentido, cobra valor la relación entre la preservación ambiental y los saberes ancestrales de las comunidades. Así, el investigador del CCCP, agrega que “las mismas comunidades han vivido con estos ecosistemas desde hace mucho tiempo y no solamente pasa con el manglar, sino también con un ecosistema muy estratégico que es el páramo. Nosotros creemos que las comunidades que están allí asentadas conocen la importancia del recurso y gracias al conocimiento tradicional ellas saben cómo se comporta el ecosistema, cuáles son los árboles más grandes y valiosos y cuáles son los que pueden ser aprovechados para uso doméstico”.

Por otra parte, el Ministerio de Ambiente trabaja desde el año 2002 en el Programa Nacional para el Uso Sostenible, Manejo y Conservación de los Ecosistemas del Manglar, que busca, precisamente, el uso sostenible del ecosistema con la participación de las comunidades.

En la implementación del PNM están involucradas las Corporaciones Autónomas Regionales, el INVEMAR y la Unidad de Parques Nacionales. Además, con relación a los beneficios del manglar para el cambio climático, en Colombia se adelantan mediciones de la cantidad de carbono que hay en el suelo y en los árboles, e incluso se calcula cuánto podría valer esto en el mercado.

En esa línea, un proyecto destacado es ‘Vida Manglar’, llevado a cabo por Conservación Internacional con el apoyo de las autoridades ambientales colombianas, en el cual un bosque de manglar en Cispatá, a lo largo de la costa caribe de Colombia, se convirtió en el primero en tener sus almacenes de carbono totalmente calculados. Así, el carbono azul se ha convertido en la clave para abordar el cambio climático global, al tiempo que puede llegar a ser la respuesta para acabar con la destrucción de los manglares.